Polvorilla era una niña que pasaba mucho tiempo en el jardín de su casa, absorta en sus cosas.
Un día descubrió a un duende merodeando entre los matojos, al principio la niña lo miraba con curiosidad, iba y venia, aparecía y desaparecía. Pero cada día se acercaba más a la niña y empezaron ha hablar, el duende sabía muchas cosas y a Polvorilla le encantaba escucharlo.
La gente decía que los duendes eran seres extraños pero la niña estaba encantada con su nuevo amigo, sabía que debajo de esa fachada había mucho que descubrir y un corazón puro.
La gente decía que los duendes eran seres extraños pero la niña estaba encantada con su nuevo amigo, sabía que debajo de esa fachada había mucho que descubrir y un corazón puro.
El duende se llevaba a Polvorilla de paseo, la teletrasportaba a sitios fantásticos y otras veces era la niña la que le mostraba nuevos mundos al duende.
Una tarde el duende vino con una hadita del bosque, muy revoltosa y juguetona, Xispita, y poco a poco también fue haciéndose amiga de Polvorilla.
Los tres empezaron a compartir viajes y risas. Hicieron como una familia, como un papá, una mamá y una nenita.
Algunas veces podéis ver a Polvorilla y al duende recorriendo sitios mágicos, otras veces los acompaña Xispita y otras veces se unen más seres a sus excursiones.
Muy a menudo el duende se sienta en el jardín con Polvorilla y mantienen largas charlas. Polvorilla le escucha con atención y aprende de sus enseñanzas.
Y si os fijáis podréis ver como el duende le guiña el ojo a Polvorilla y esta le devuelve una sonrisa.
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