Mi regalo de Navidad

Estoy tumbada junto a él al calor de la arena, a la orilla de la playa. Acunados por el rumor de las olas y mirando al cielo. Esta noche hay luna llena, brilla más que nunca. Redonda, grande y blanca habiendo a su alrededor un halo de luz que la separa un mar de estrellas en un cielo azul oscuro.
Mirando con atención al cielo veo como las estrellas brillaba con luz intermitente como si intentaran danzar un baile rítmico, suave, como mecidas por una suave brisa que traía el olor a mar, azahar y lavanda. La luna danza al ritmo de las estrellas acompañándolas. Como hipnotizada por el canto de las olas y el destellos de las estrellas me levanto y sigo el ritmo de la luna, estirando los brazos e intentando acariciarla con la punta de mis dedos, ella escapa, se mueve haciendo que mi cuerpo se estire y corra tras ella. Mis pies descalzos bailan sobre la arena caliente, que acaricia las plantas y se mete entre mis dedos, produciendo un agradable cosquilleo. Él me mira divertido.
Unas estrellas fugaces juguetonas recorren el cielo, haciéndoles cosquillas a la luna cuando esta se descuida. La luna ríe y unas nubes curiosas se acercaron a ver que pasa. La brisa las empuja, las estrellas les hacen cosquillas y la luna les contagia su risa. En una carcajada deja caer una suave lluvia de pequeñas perlas blancas, amarillas, rosadas, celestes, caen con suavidad y se deslizaban entre mis dedos, por mi cabello, mi cara, recorriendo todo mi cuerpo, acariciándolo y cubriéndolo todo de destellos y reflejos multicolores. Con movimientos rápidos sacudo mi cuerpo y las perlita vuelan hacia él haciendo que su cara brille con reflejos de luna. Desfallecida por la danza caigo en sus brazos y me colma de besos, abrazos y luces. Miramos al cielo, la Luna se mece y las estrellas también han dejado de bailar, brillaban con una luz tenue que invitaba a cerrar los ojos, cansados y escuchando el rumor del las olas y la brisas, dormimos abrazados, acunados por los sonidos de la noche y velados por la luna.